El primero en tomar esta medida fue el estudiante Villca Fernández, quien antes de entrar en la ambulancia donde se selló los labios llamó "dictador" al presidente Hugo Chávez, al afirmar que "criminaliza la protesta" y "asesina a la juventud venezolana".
Por la tarde, Luis Magallanes, otro de los huelguistas, también decidió sumarse a la medida quirúrgica al coserse con dos puntos de sutura la parte izquierda de los labios, porque consideró que "el país necesita un rumbo distinto".
La semana pasada, el gobierno salió a replicar los argumentos de los huelguistas, algunos de los cuales fueron encontrados comiendo a escondidas. El diputado Robert Serra aseguró que la protesta, "financiada por tres banqueros venezolanos prófugos de la justicia", responde a la estrategia de desgaste de la oposición, un argumento utilizado una y otra vez por el gobierno. Y defendió los "logros" de la gestión chavista en materia educativa que, según estimó, habrían ubicado al país en la segunda posición a nivel latinoamericano en matrícula universitaria y quinto a nivel mundial.
Este martes, pese a la drástica medida de los huelguistas, se renovaron las críticas, al afirmar que es contradictorio que tilden a Chávez de dictador, pero ejerzan su derecho a manifestarse, y les pidieron que acepten el llamado al diálogo del gobierno, que fue criticado por la oposición.
Universitarios y docentes oficialistas y opositores coinciden en la necesidad de aumentar el presupuesto, congelado desde 2006. Sin embargo, mientras el antichavismo exige una mayor partida de dinero para centros de estudios cuyas autoridades le son afines, los autoproclamados "estudiantes revolucionarios" piden que el gasto de estos fondos sea sometido a la supervisión de alumnos y obreros, cercanos al oficialismo.
Mientras, los jóvenes mantienen su protesta frente a la sede en Caracas del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), aunque la representante de los huelguistas, Gabriela Arellano, sostuvo que "más de 600 estudiantes" respaldan a los huelguistas "en el Puente Internacional Simón Bolívar en la frontera de Táchira con Colombia".
Por la tarde, Luis Magallanes, otro de los huelguistas, también decidió sumarse a la medida quirúrgica al coserse con dos puntos de sutura la parte izquierda de los labios, porque consideró que "el país necesita un rumbo distinto".
La semana pasada, el gobierno salió a replicar los argumentos de los huelguistas, algunos de los cuales fueron encontrados comiendo a escondidas. El diputado Robert Serra aseguró que la protesta, "financiada por tres banqueros venezolanos prófugos de la justicia", responde a la estrategia de desgaste de la oposición, un argumento utilizado una y otra vez por el gobierno. Y defendió los "logros" de la gestión chavista en materia educativa que, según estimó, habrían ubicado al país en la segunda posición a nivel latinoamericano en matrícula universitaria y quinto a nivel mundial.
Este martes, pese a la drástica medida de los huelguistas, se renovaron las críticas, al afirmar que es contradictorio que tilden a Chávez de dictador, pero ejerzan su derecho a manifestarse, y les pidieron que acepten el llamado al diálogo del gobierno, que fue criticado por la oposición.
Universitarios y docentes oficialistas y opositores coinciden en la necesidad de aumentar el presupuesto, congelado desde 2006. Sin embargo, mientras el antichavismo exige una mayor partida de dinero para centros de estudios cuyas autoridades le son afines, los autoproclamados "estudiantes revolucionarios" piden que el gasto de estos fondos sea sometido a la supervisión de alumnos y obreros, cercanos al oficialismo.
Mientras, los jóvenes mantienen su protesta frente a la sede en Caracas del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), aunque la representante de los huelguistas, Gabriela Arellano, sostuvo que "más de 600 estudiantes" respaldan a los huelguistas "en el Puente Internacional Simón Bolívar en la frontera de Táchira con Colombia".
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